Caso Darthes: 11.820 kilómetros de injusticia

La reciente decisión de un tribunal de Brasil puso sobre la mesa un clásico de la violencia de género.

Los innumerables obstáculos jurídicos, sociales y hasta políticos que tienen que afrontar las víctimas una vez que hacen lo que, con absoluta crueldad y cinismo, les reclama la sociedad: ir a la Justicia.

 

Un tribunal de Brasil declaró la incompetencia del magistrado federal que desde el 30 de noviembre pasado venía juzgando al actor Juan Darthes por una acusación fiscal de abuso sexual con acceso carnal que habría cometido en mayo de 2009 en Nicaragua contra la actriz argentina Thelma Fardin.

 

La decisión pone sobre la mesa un clásico de la violencia de género. Me refiero a los innumerables obstáculos jurídicos, sociales y hasta políticos que tienen que afrontar las víctimas una vez que hacen lo que, con absoluta crueldad y cinismo, les reclama la sociedad: ir a la Justicia.

 

En diciembre de 2018, Thelma Fardin denunció a Juan Darthes ante la Unidad Especializada de Delitos Contra la Violencia de Género de Nicaragua. Lo comunicó junto al colectivo “Actrices Argentinas” en una conferencia de prensa. Dijo que en una gira de la serie televisiva “Patito Feo”, Darthes, por entonces de 45 años, la violó en una habitación del hotel. Ella tenía 16. Thelma contó que bloqueó el hecho durante 9 años porque, como ocurre en infinidad de casos, tenía miedo de quedarse sin trabajo, ser marcada como una víctima, que dudaran de ella, que dijeran que lo sedujo, que se lo buscó, que quería fama, sacarle plata, hacer quilombo. Tenía razón: fue justamente eso lo que, increíblemente, muchos dijeron y dicen.

 

¿Qué la ayudó a hablar? Otra mujer. En 2017 Dignity (Calu Rivero) contó en un programa de radio que Darthes la había acosado sexualmente durante las grabaciones de la telenovela “Dulce Amor” en 2012. ¿Qué motivó, a su vez, a Dignity? El movimiento #MeToo que sacudió al mundo y que acababa de comenzar con la denuncia de las actrices de Hollywood contra el ultra poderoso productor Harvey Weinstein. Calu había renunciado a aquel exitosísimo trabajo en 2013 en medio de rumores de acoso y abuso. Se alejó de la actuación y se fue del país. Lo de siempre ante la violencia: las que nos vamos (de nuestras casas, de nuestros trabajos, de nuestros círculos sociales), las que perdemos, somos las mujeres. Dignity desmintió el abuso, pero confirmó el acoso. Recibió el apoyo de muchísimas colegas y, al poco tiempo, otras dos actrices, Anita Co y Natalia Juncos, también denunciaron públicamente a Darthes, pero esta vez por abuso sexual. Natalia refirió a una frase de él que dejó helada a Fardin porque a ella le había dicho lo mismo: “Mirá cómo me ponés” (en alusión a su erección). Darthes las demandó a todas por daños y perjuicios.

 

Volvamos a Thelma Fardin. Primero fue el horror del abuso. Luego las dificultades hasta decidir contar su historia ante el Poder Judicial. Pero para las víctimas de violencia de género la justicia está, con suerte, al final de un laberinto de paredes altísimas dese las cuales les tiran piedras los cínicos. No te creen si no vas a la Justicia. No te creen si vas a la Justicia. Porque lo que quieren no es que vayas a la Justicia. Quieren que el acusado sea inocente. No sea que tengan que reconocerse parte de una sociedad profundamente violenta y machista en la que pasan estas cosas.

 

El hecho denunciado ocurrió en Nicaragua, Fardin es argentina y Darthes brasileño. En la Argentina y en Nicaragua rige el principio de territorialidad: juzgamos acá los hechos que ocurren acá, sin importar la nacionalidad de los acusados o las víctimas. Por eso la denuncia se hizo en el lugar de los hechos, para lo cual la actriz contrató a una abogada nicaragüense.

 

También tuvo que conseguir una abogada en la Argentina, con quien le solicitó a la Unidad Fiscal Especializada en Violencia Contra las Mujeres (UFEM) que le prestara colaboración a la fiscalía de Nicaragua. La UFEM lo hizo rápidamente y esto permitió producir medidas de prueba acá. Además, Thelma se sometió a peritajes psicológicos, psiquiátricos y físicos en Managua. Cuatro peritos (dos de cada país) dijeron que la actriz presentaba signos y síntomas de un trauma psíquico compatible con un evento de violencia sexual. En octubre de 2019 la fiscalía especializada nicaragüense acusó formalmente a Darthes por violación agravada y pidió su detención. Menos de un mes después, mientras el actor estaba en Brasil, el juez interviniente ordenó su detención y captura internacional vía Interpol.

 

Pero Darthes no se presentó y se profugó a Brasil. Si hubiera estado en la Argentina se lo habría extraditado. A fines de 2020 Nicaragua pidió la extradición de Darthes, pero por una norma constitucional Brasil no entrega a sus nacionales por delitos comunes, aunque suele ofrecerse a juzgar el caso. Thelma se encontraba con el abuso, los 9 años de miedo, el apoyo de sus colegas, la infinidad de mujeres a las que, como le ocurrió a ella, inspiró (las denuncias por abuso sexual infantil al teléfono 137 crecieron un 53% entre enero y septiembre de 2019), una abogada en Managua, otra en la Argentina y dos años de trámites judiciales en dos países distintos. Ahora había que empezar de nuevo en un tercer país.

 

La buena noticia fue que en Brasil no rige el principio de territorialidad, sino el de nacionalidad: los delitos cometidos por sus ciudadanos se juzgan allí, sin importar dónde ocurrieron. Entonces, en lugar de esperar a que finalizara el proceso de extradición que igual iba a concluir con un rechazo y con la disposición de Brasil a juzgar a Darthes, directamente se inició una investigación local en el país vecino, en la que participó nuevamente la UFEM a través de una asociación regional de fiscalías. Brasil pidió por exhorto toda la información y prueba producida en nuestro país y tenía acceso al expediente nicaragüense por el pedido de extradición.

 

Con todo eso, en abril de 2021 la fiscalía federal brasileña imputó formalmente a Juan Darthes. Para entonces Thelma tenía un nuevo abogado y contaba con el respaldo de Amnistía Internacional. En mayo del año pasado el juez entendió que la acusación era fundada y fijó fecha de juicio para el 30 de noviembre. Fardin declaró durante 4 horas en las que la defensa del imputado la atacó de modos que a esta altura ningún Tribunal en la Argentina admitiría. Además, Thelma no es parte del juicio pues para ello debería haber contratado a una abogada en Brasil para constituirse en querellante.

 

Darthes tenía que declarar el 18 de marzo. Ahora, en un fallo dividido, un tribunal de apelaciones resolvió ⎯por un pedido que el actor había hecho al comienzo del proceso y que el juez le había rechazado⎯ que la justicia federal no es competente y que el caso debe pasar al ámbito local de San Pablo. No dijo que no es culpable, que el hecho no está probado o que no ocurrió, sino que el juez no es competente. Esto es discutible, pues en casos de delitos comunes graves cometidos por brasileños en el extranjero suele interpretarse que debe entender la justicia federal.

 

¿Qué puede pasar ahora? Para empezar, como no hay acceso a la causa, no se sabe si la decisión es solo sobre la competencia o si también se anuló lo que ya se hizo en el juicio. La lógica es que, aun de pasar a la justicia local, se avance sobre la base de las pruebas existentes, incluyendo las declaraciones de los testigos y de la víctima. Lo contrario sería una revictimización inadmisible, violatoria del derecho internacional. Y sería, además, un mensaje perverso para otras mujeres que no saben si confiar o no en el sistema de justicia. ¿Cuántas veces las vamos a hacer declarar lo mismo?

 

Por lo demás, el tribunal local podría rechazar su competencia, en cuyo caso debería resolver el Superior Tribunal, y el fiscal ya adelantó que apelará. Quien no puede hacer nada es Thelma Fardin, pues no es parte del proceso, aunque si todo terminara en una impune violación de sus derechos podría recurrir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por último, hay que considerar que, por la prescripción, las demoras obviamente favorecen a Darthes.

 

Como si todo esto no fuera suficiente odisea, desde algunos medios y redes sociales se sigue dudando de Thelma Fardin. Aunque cuatro peritos hayan dicho que tiene síntomas compatibles con un abuso sexual. Aunque los fiscales de 3 países distintos hayan dicho que hay prueba suficiente para juzgar a Darthes por violación.

 

Y ahora encima se sumó la grieta: sectores antikirchneristas destrozaron al colectivo de actrices y, en general, al feminismo, pues, según dicen, hablan de Darthes pero callan sobre el ex Senador y Gobernador de Tucumán José Alperovich, imputado por siete hechos de abuso sexual contra una sobrina.

 

Alperovich fue protegido por el Frente de Todos, que le permitió tomarse licencia de manera indefinida en lugar de destituirlo o pedirle la renuncia. Es posible que haya habido incoherentes que se dicen feministas y no dijeran nada sobre ello, como muchos se sacan fotos con un cartelito contra la violencia machista y luego dudan de las víctimas. Pero no es el caso de Actrices Argentinas, que emitió un comunicado de apoyo a la sobrina de Alperovich apenas hizo la denuncia y luego le presentó a la Presidenta del Senado Cristina Fernández un pedido de remoción.

 

Pero supongamos que ninguna feminista de la Argentina hubiese dicho nada sobre el caso de Alperovich. ¿Qué tiene que ver eso con Darthes? ¿Qué tiene que ver con Thelma Fardin? ¿Qué clase de desquiciado hay que ser para transformar una investigación de abuso sexual infantil en una disputa política? ¿A quién le importa si las actrices que acompañan a Thelma son kirchneristas, troskas o macristas? ¿No quieren también preguntarle a las niñas y adolescentes abusadas de qué cuadro son antes de ver si les creen o no?

 

De Buenos Aires a Managua hay 5970 kilómetros. De Managua a San Pablo hay 5850. Eso es lo que lleva recorrida la denuncia de Thelma Fardin desde hace más de 3 años en busca de Justicia.