Los gobernadores del PJ hundieron la idea de la unidad

Están concentrados en la pulseada por fondos con el Gobierno. Creen que la reorganización partidaria será discutida después de octubre. Y rechazan quedar atrapados en el juego de la ex presidente.

«Olvidate, esa no es ahora nuestra prioridad». Con esa frase, seca, el experimentado operador de un gobernador peronista resume el lugar que ocupa la reorganización partidaria en el temario de los jefes provinciales. «Después de octubre, vemos», agrega otra fuente del mismo circuito y señala que ese es el espíritu de la mayoría de los gobernadores del PJ. Más rechazo produce la idea de unidad que en estas horas empuja el kirchnerismo. Observan los movimientos y planteos de Cristina Fernández de Kirchner como un asunto de la provincia de Buenos Aires y creen que el peronismo empezará a conversar seriamente la cuestión una vez pasadas las elecciones. No es que no los inquiete la suerte del PJ –punto ineludible en sus abundantes conversaciones- pero coinciden en que el principal renglón de sus preocupaciones está ocupado por otra cuestión: los fondos para las provincias.

 

Fuentes vinculadas a cuatro gobernadores peronistas –tres de ellos triunfadores en las urnas de agosto- coinciden en que la mayor energía, y las perspectivas de acuerdos internos para negociar con el Gobierno y plantarse mejor en el Congreso, está puesta en cuatro rubros, todos vinculados a la plata. En primer lugar, se trata del reclamo de María Eugenia Vidal, con aval del Presidente, para recuperar el flujo del Fondo de Reparación Histórica del Conurbano. Y el punteo es completado por el proyecto de Presupuesto nacional –con la mirada puesta centralmente en la obra pública-, la meneada pero aún imprecisa reforma tributaria y la muy postergada reforma del régimen de coparticipación federal.

 

El intento de amortiguar la ofensiva de Vidal por el fondo del conurbano, en paralelo con el reclamo de agotar ese tema por la vía política, exhibió además la decisión de mostrarse como real eje de poder peronista también en el plano institucional. Los jefes provinciales del PJ ampliaron la movida en lugar de cerrarla como una pieza del juego interno. Lograron convocar a colegas de fuerzas provinciales (Río Negro y Neuquén) y a algunos representantes del oficialismo (Jujuy y Mendoza). Fue una señal al gobierno de Macri y también, en primer término por las urgencias, a la Corte Suprema.

 

El mensaje directo al primer escalón de la Justicia fue explicado por el temor a una resolución inmediata que complique a las provincias por el reclamo de Vidal. En rigor, consideran que el fallo de fondo recién podría ser producido cerca de fin de año, una vez que los jefes provinciales completen sus presentaciones individuales. Pero los inquieta la alternativa de una medida de efecto cautelar que coloque a Buenos Aires en posición de fuerza.

 

En resumidas cuentas, le pidieron a la Corte que se maneje con tacto político, lo cual no es un ejercicio ajeno al titular del cuerpo, Ricardo Lorenzetti. No es poco lo que se discute: son unos 40.000 millones de pesos anuales, de los cuales la gestión de Vidal recibió apenas el 1,6 por ciento el año pasado.

 

La idea de frenar al menos temporalmente el frente judicial se engrana con el intento de una discusión más amplia con el gobierno nacional. Algunos mandatarios dicen que hay canales de diálogo, básicamente pero no de modo único con el ministro Rogelio Frigerio, aunque se quejan de resultados módicos en esta etapa electoral. No es esa la visión del equipo de Macri, que de todos modos registra el posicionamiento de los gobernadores peronistas como principal referencia para negociar.

 

Antes que en cualquier tipo de unidad, los jefes provinciales piensan en afirmar sus posiciones, después de octubre, en las dos cámaras del Congreso, sobre todo en el Senado, su plaza fuerte. «Estamos jugando con Pichetto», dice una fuente cercana a un gobernador que ganó con comodidad en su provincia, en alusión al jefe de bloque del PJ, que debe lidiar a menudo con el núcleo duro y minoritario del kirchnerismo.

 

Está claro que el conjunto de gobernadores peronistas es muy heterogéneo. Y ahora, además, hay ganadores y perdedores de agosto. De todos modos, es difícil agruparlos por su nivel de dureza o de negociación con el gobierno nacional. Entre los ganadores se cuentan el salteño Juan Manuel Urtubey –con proyecto nacional propio-, el tucumano Juan Manzur –cabeza del distrito con mayor peso electoral donde se impuso el peronismo-, el sanjuanino Sergio Uñac y el chaqueño Domingo Peppo. Y entre los que les fue mal, figuran el cordobés Juan Schiaretti, el entrerriano Gustavo Bordet y el pampeano Carlos Verna. Duros y blandos se anotan en las dos listas.

 

Hay, de todos modos una coincidencia: «Vamos a estar juntos, pese a las diferencias y los resultados», dice otra fuente. Lo que importa a escala nacional es el conjunto y, en todo caso, los números de octubre definirían pesos individuales en la mesa del peronismo que empezará a discutir el 2019, sin liderazgos únicos a la vista. Y con un añadido: el enorme interrogante sobre quiénes representarán a Buenos Aires. También ese capítulo depende de la suerte de Fernández de Kirchner.

 

Como sea, esa mesa ya tiene a los jefes provinciales sentados a su alrededor. Y, al menos hasta ahora, el criterio predominante es salir del juego que ensaya la ex presidente. Algunos de ellos ya se han escaldado. Hace justo un año, varios gobernadores peronistas y un grupo de intendentes de Buenos Aires coincidieron en tratar de avanzar con una «nueva renovación» del PJ. Decidieron hacer un homenaje a Antonio Cafiero y el acto fue abordado también por allegados a la ex presidente que, decían entonces, no estaban expresamente invitados. La idea se fue marchitando. Hace menos de un mes, también en un acto para recordar a Cafiero, sufrió una experiencia similar la delegación de Sergio Massa. Esta segunda vez la presencia kirchnerista fue abrumadora, aunque ya no original.

 

Ahora, el gesto de la ex presidente, con su llamado a unificar en Buenos Aires el voto opositor –detrás de su lista, claro- no es visto precisamente como una señal de fortaleza, sino más bien lo contrario a juzgar por encuestas que se manejan en medios kirchneristas y fuera de ese circuito, con las prevenciones del caso frente a los sondeos.

 

En medio de la espera de octubre, hay tiempo también para las ironías. «Cristina va a ser senadora, gane o pierda. ¿Cuando haya que discutir los fondos, va a estar con nosotros o con el reclamo de su provincia?», mete cizaña un hombre cercano a dos gobernadores del PJ. Y no falta la referencia a un hecho curioso: hablar de unidad después de no haberle dado la interna a Florencio Randazzo. El ex ministro no atiende el reclamo del kirchnerismo para allanarle el camino a la ex presidenta. Son facturas pendientes, también para después de las urnas.

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