«La historia se repite»: los argentinos reaccionan a los nuevos controles cambiario

En un intento por frenar la crisis financiera que ha asediado a la Argentina durante las últimas semanas, Macri impuso nuevas restricciones a las compras de divisas.

Los controles cambiarios, que en la mañana del lunes entraron en vigor, son el anuncio más reciente del gobierno de Macri ante las elecciones presidenciales del 27 de octubre, y representa un gran cambio al pasar de sus promesas para abrir la economía a la implementación de medidas que él solía criticar.

 

Esta estrategia es un reflejo del declive de la economía argentina desde la votación de las PASO del 11 de agosto, unas primarias que son consideradas como una proyección del comportamiento del electorado en las elecciones generales. El resultado fue una ventaja amplia y sorpresiva en la intención de voto para Alberto Fernández, el principal rival de Macri.

 

Fernández comparte fórmula con la ex presidenta y senadora Cristina Fernández de Kirchner, quien está postulada para la vicepresidencia. Los inversionistas parecen temer que una victoria de Fernández en octubre signifique el regreso de las políticas intervencionistas implementadas por el kirchnerismo entre 2007 y 2015.

 

El establecimiento de controles cambiarios significa un cambio radical en la gestión de Macri, quien en parte fue elegido por sus promesas de liberalizar la economía. Una de sus medidas más celebradas fue cuando, después de tomar posesión en diciembre de 2015, anunció el retiro de las restricciones a la compra de divisas extranjeras y al flujo de capital.

 

La apertura de la economía argentina pretendía atraer nuevas inversiones, pero eso no ha sucedido y las condiciones han empeorado.

 

Es por eso que las nuevas restricciones «terminaron siendo inevitables», dijo Martín Kalos, economista jefe de Elypsis, una firma de consultoría económica local. «Macri necesitaba tomar medidas drásticas y pragmáticas para que la crisis no continuara ni empeorara de aquí a diciembre».

 

«Hay más gente en los bancos y es lógico, porque en todo momento de crisis e incertidumbre la gente intenta protegerse», continuó Kalos. «Pero no hay pánico, porque el gobierno garantizó que cualquier persona que quiera retirar su ahorros podrá hacerlo».

 

El lunes las nuevas restricciones cambiarias parecían haber surtido efecto, pues el peso se apreció ligeramente frente al dólar.

 

Afuera del Banco Galicia, en la avenida Corrientes de Buenos Aires, había más cola que de costumbre el lunes.

 

«Me sorprendió que todo parecía relativamente calmado», dijo Walter Gastrell, jubilado de 78 años que acudió a ese banco para ver cómo reaccionaba la gente a los controles cambiarios. «Considerando todas nuestras experiencias con crisis, se siente como si la historia se repite».

 

Gastrell dijo que él se debatía entre sacar su dinero del banco o no, por el temor de que el gobierno limite los retiros después de un tiempo como ya ha sucedido antes en el país.

 

Desde las PASO, el valor del peso argentino se ha depreciado en un 25 por ciento debido a la liquidación masiva de muchos bonos argentinos y de deuda. El Banco Central también ha estado perdiendo reservas por los intentos de apuntalar el peso.

 

Hernán Lacunza, el ministro de Hacienda, dijo en una entrevista televisada el domingo que las nuevas medidas son para que la crisis no empeore.

 

Entre las restricciones anunciadas el 1 de septiembre está el que los argentinos no podrán comprar más de 10.000 dólares al mes, mientras que las empresas necesitan autorización para comprar cualquier moneda extranjera que no utilicen para el comercio internacional.

 

A las compañías también se les ordenó repatriar sus ingresos por ventas en el extranjero en un plazo de cinco días.

 

El gobierno «se vio en la necesidad de adoptar una serie de medidas extraordinarias tendientes a asegurar el normal funcionamiento de la economía, sostener el nivel de actividad y empleo y proteger a los consumidores», según el decreto emitido el domingo.

 

«Los controles de capital no son lo ideal, pero son necesarios para ponerle un freno al tipo de cambio», dijo Marina dal Poggetto, directora ejecutiva de EcoGo, un grupo de consultoría económica con sede en Buenos Aires.

 

Dal Poggetto dijo que la clave para saber si funcionan las medidas recién anunciadas será ver si los retiros bancarios se reducen a los niveles previos a las PASO, cuando se aceleraron.

 

Aunque Fernández ha sido muy crítico de la gestión económica de Macri y de los préstamos por 57.000 millones de dólares que el presidente solicitó al Fondo Monetario Internacional (FMI) el año pasado, el candidato opositor no ha dicho qué acciones tomaría para revertir el desliz económico que se ha registrado desde abril de 2018.

 

Sin embargo, muchos creen que las medidas económicas no podrán solucionar lo que consideran que es un problema político.

 

«Tenés un presidente muy debilitado y un candidato que todavía no es presidente», dijo Dal Poggetto. «Así es difícil ganarse la confianza».

 

Las nuevas restricciones fueron anunciadas días después de que la Argentina dijo que buscará «reperfilar» o reestructurar los pagos de 101.000 millones de dólares en deuda, en medio de las preocupaciones de que el país termine por caer en moratoria. Argentina ha tenido ocho defaults de su deuda soberana desde que se independizó de España en 1816.

 

Los recuerdos de esos defaults provocaron temores entre los argentinos sobre el futuro de sus ahorros en los bancos, y entre amigos comenzaron a circular mensajes de texto en los que se preguntaban si es necesario retirar los fondos o discutían sobre los rumores que afirman que habrá restricciones a los retiros.

 

Sandra Menéndez, contadora de 54 años, dijo que vio a más gente de la que acostumbra en el banco de Santander Río que visitó, pero no lo consideraba algo preocupante.

 

«Había mucha gente la semana pasada también», indicó. Dijo que es la «psicosis argentina» típica de intentar refugiarse en el dólar cuando hay incertidumbre económica.

 

Menéndez contó que ella sufrió pérdidas en sus ahorros que equivalían al precio «de un apartamento pequeño» durante la crisis de 2001, cuando el gobierno declaró moratoria en los pagos de unos 100.000 millones de dólares de su deuda tras un grave colapso económico. Sin embargo, la contadora aseguró que sigue teniendo fe en el sistema financiero actual.

 

Hay algunos que ya se están preparando para una posible mala racha.

 

«La situación puede empeorar», dijo Valeria Armesto, fotógrafa de 40 años, cuando estaba saliendo del Banco Galicia acompañada por sus hijos, de 6 y 8 años. «Nunca se sabe con este gobierno».

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